Aunque deseamos que las maestras desarrollen su capacidad de hablar en público, ya sea desde una plataforma o en un grupo pequeño, para transmitir mensajes persuasivos centrados en la Palabra, nuestro enfoque principal es capacitarlas para que manejen «con precisión la palabra de verdad» (2 Ti. 2:15). Preferimos capacitar a una maestra bíblica que aún necesite crecer en su forma de comunicar, antes que a una oradora elocuente que no sabe manejar bien la Palabra de Dios y su carácter no ha sido probado por sus pastores.

Estamos comprometidas a eliminar toda forma de autopromoción y obsesión por la plataforma. Creemos que el don de enseñar es importante para la Iglesia, pero sin amor por Dios y sus hermanas, no será de servicio para sus almas. Enseñar en el ministerio de mujeres de tu iglesia local es solo una pequeña parte de cómo se expresa este don. Anhelamos maestras más saludables y efectivas cuando su meta no sea buscar una plataforma, sino servir a otras en las formas que Dios les permita: un grupo pequeño, discipulado, relaciones orgánicas.

Creemos que el don de enseñar debe cultivarse y expresarse principalmente en el contexto de la iglesia local. Es una protección para las maestras, que puedan contar con una comunidad y pastores que las guíen, previniendo el orgullo, la herejía y otros peligros. El propósito es comunicar que estos dones son para edificar el cuerpo de Cristo, a las más jóvenes, no para construir una plataforma personal. Además, ayuda a disminuir la cultura de celebridad cuando nuestras hermanas ven una enseñanza bíblica excelente modelada en su propia iglesia.

Creemos que hombres y mujeres deben trabajar juntos en la enseñanza de la Palabra, según los lineamientos de su iglesia local. Ya que afirmamos que hombres y mujeres tienen igual valor y dones. Por lo tanto, las mujeres deben ser equipadas para servir en la extensión del Reino de Dios. Como portadores de la imagen de Dios, nuestros roles son importantes, por lo que nos comprometemos a guiar a las estudiantes a usar sus dones de manera apropiada dentro de su contexto local, siempre en sumisión a sus pastores y ancianos.

La enseñanza bíblica nunca fue diseñada para ser un deporte individual. Creemos que su mejor expresión surge cuando lo hacemos juntas, aprendiendo a depender de las fortalezas de los demás y viviendo en confesión y arrepentimiento mutuo: ancianas y jóvenes aprendiendo a cómo vivir la Palabra de Dios.